Estamos
frente a un encuentro extraño de relaciones interpersonales frías y de poco compromiso
con el prójimo.
¿Por qué
se dan este tipo de relaciones?
Este mundo globalizado ha forzado a las personas a la necesidad de
autoabastecerse de la manera más indiferente, utilizando el egoísmo y creando
fuertes separaciones entre ellos.
El slogan
que se utiliza es “escala, escala, escala, capacítate, pero siempre busca la manera
de ascender mas allá de todo”.
Nos
hemos involucrado de manera directa e indirectamente en este sistema, ya que es
el medio en que uno debe ser partícipe para poder, valga la redundancia, abastecerse
y lograr una estabilidad económica en la vida.
Vemos más
personajes semejantes al prototipo de calculador, frío y egoísta que a
personajes como María Teresa, Ghandi entre otros, que enseñaban el poder del
amor como fuente del éxito..
Perdimos
los valores reales que alimentan el alma y que dan un enfoque diferente de las
cosas.
El
derecho de recibir siempre es consecuencia del dar.
En la
palabra de nuestro Señor Jesucristo dice muy claro, -“Dar para recibir”-,
siempre habla del dar, es una matemática y estrategia espiritual que se ve
reflejada en nuestro diario andar.
Es dar,
para alimentar el interior, para satisfacer esa conexión con el compañero, vecino
o simplemente extraño, ya que el hombre no nació para estar solo, la sociedad
se ha creado con la finalidad de protección, de apoyo y compañerismo entre las personas,
desde los tiempos inmemorables.
La idea
de tomar la generosidad como base de la sociedad, sin lugar a dudas, crearía un
cambio radical a nivel mundial, sería la manera correcta de realizarse y de generar
puestos, valores y espacios para cada uno, logrando una sinergia y armonía
espectacular sin la necesidad de correr tras el éxito con una guadaña en mano.